VI Edición Digital de Artes y Letras
“La casa”
Autor: Daniel Alberto Gallo
La casa de Doña Corina
Acostumbrado a que pasen los años,pero no preparado a borrar los recuerdos, predispuesto a seguir avanzando, pero nunca olvidando esa secuencia fotográfica cargada de rostros, que viven en mis sueños.
Cada lugar, una vivencia, una mueca,una voz, una fuente inagotable de sucesivos momentos.
Un entretejido colmado y abarrotado de añosas historias, que de forma inteligente se volvieron parte del tiempo. Doña Corina ama y dueña del encanto de aquel lugar; sin fin de fiestas, de risotadas recorren el inmenso patio. Fachada colonial refugio de muchas almas que tienen mucho que contar; tracción animal equina,resuena en un ir y venir por la histórica vereda. Tradicional frente de casa de campo; aberturas de madera que se mezclan con el paisaje y los aromas característicos de aquellos jazmines que inundaban de fragancias el lugar.
Santa Teresa era una fiesta cuando Doña Corina y su familia, se apresuraban a vivir instantes cargados de felicidad. Desde mi retina de niño, me deslumbraba su accionar, su felicidad, sus extensos carnavales con baldes y tarros sencillamente para jugar. Extensas mateadas en el patio y largas mesas, que invitan a observar y disfrutar de las sonoras risas de Doña Corina, una mujer con mucho por expresar.
Disfrutè desde la vereda de aquel lugar, como toda la familia vivieron sus propias historias, sus berrinches, sus posiciones, sus secretos, pero con inteligencia supieron en sus pensamientos guardar la vivencia íntimamente familiar. El tiempo enemigo oculto, supo convertir sus voces en silencios, y se las ingenio de todas formas para instalar recuerdos nada más.
La vetusta casa supo convertirse en refugio de muchos foráneos que supieron captar la magia que vivía entre cuatro paredes. La casa de doña Corina fue el telón inalterable de muchas vivencias, de cuantiosos sueños de la niñez, refugio y espacio compartido, dispensados a diversas familias que disfrutaron de aquel lugar. El paso del tiempo supo acallar la voz y las vivencias de Doña Corina. Hoy solo recuerdos, escombros abrazados al suelo, con derrumbados vestigios de lo que fue ese escenario tan particular, arbustos dispersos que con voz propia, dicen mucho de ese lugar.
Hoy sencillamente soy un hombre que desde su retina de niño, se niega a olvidar, cada una de esas pintorescas historias, vivenciadas en aquella casa. A hurtadillas me apropié del sonido y las recurrentes imágenes, que cobijan vivencias, charlas de aquel entorno familiar, Doña Corina mi vecina de enfrente que con sus relatos, sus vivencias, se volvió parte de la historia del lugar.