Homenaje a Poe

1° Edición Digital de Artes y Letras

“Arte que se comparte”

Imagen: Carmen Parada

Texto: Gladys Cepeda

HOMENAJE A POE

Afuera la noche avanza sin tiempo, en un cuarto entre penumbras, se ve un hombre sentado, es Edgar, la tinta que cae de su pluma se estrella sobre el papel, quedara fijada a los suplementos semanales por suscripción donde también deja su sangre impresa entre versos y relatos.

Tiembla, aun resuenan gritos en los rincones, son de un cuervo que siempre viene, lo rechaza pero no puede sacarlo de su vida. Las ideas se agolpan en su cabeza a borbotones, corro en su mente, todo es parte de una respiración que cae como cortina liviana y profunda cubriéndolo.

Una luminosidad crece frente a sí misma, es la fatalidad él se impresiona frente a la luz de una vela que mezclada confusamente con el humo ve danzar formas diversas, son las cabezas de Palas, Morella, Berenice y Madeline.  Siente amor por cada una aunque sabe que en lo profundo todas se reflejan en la palidez llamada Virginia que yace sobre una cama de metal oxidado, la fiebre entibia sus sentidos en su cuerpo gélido… sobre la humedad de las paredes! el olvido de la buena fortuna oprime su corazón!

El viento ha abierto la puerta, ha entrado la muerte, ella le da animo le cuenta que lo conoce desde hace mucho que lo ha visto a través de sus cuencas y lo admira, nadie la ha descripto con tanto conocimiento. Él le susurra como los fantasmas del hambre, lo acosan, le dan azotes de los que se protege sumergido en un vaso de ajenjo, como cada demonio rozan su alma con crueldad porque se deleitan de verlo retorcerse de dolor y juegan con su cabeza, lo tientan con extrañas promesas, muchos lo han visto hablando solo y temen a su locura, secretamente dialoga con ellos.

En este encuentro intuye que será la última posibilidad los ha visto de a miles como una lluvia delgada abriendo compuertas de aquel odiado mundo. Las pupilas de Edgar y Virginia se han unido en el infinito y las de la muerte dicen que quiere ser partícipe de esta ceremonia, que los retratara para su gloria.  Ellos en silencio aceptan. Los rostros  son atravesados por la precisión de ese instante. Se han desmaterializado  pero han quedado sus nombres, los escritos y un escarabajo que parece escapado de lo más remoto de cualquier sueño.  Son los únicos testigos que nos contaran esta historia.

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