El oráculo de la naturaleza

11° Edición Digital de Artes y Letras “Elementos”

Autora: Mariana Maroli

Texto: Inés Corda

La promesa

Un morral con los colores del arco iris
aguarda en la puerta
a su dueño, Juan,
que intenta conciliar el sueño.
Las campanadas del reloj
suenan una y otra vez,
un Padre Nuestro,
otro más
y el insomnio sigue ahí,
inmutable.
Pero sabe desde muy niño
que Eros lo cuidará.
Unos rayos de sol
se filtran por la ventana,
ya es hora de levantarse,
el camino será largo.
Juan ha hecho una promesa
y debe cumplirla:
atravesar el desierto
con las cenizas de su madre.
Con pasos firmes inicia el viaje:
cabeza y rostro bien cubiertos
le aconsejó un beduino.
Debe apurar el paso
cuando la mañana esté fresca,
pero la arena aprisiona sus pies,
y la marcha se demora.
Solo cruza a un grupo de hombres
que le ofrecen agua
mientras intenta llegar a un oasis.
El agua fresca
purifica su interior
dándole la fuerza necesaria
para continuar el viaje.
El sol ya en el cenit
indica que debe detenerse y descansar,
unas palmeras lo protegen,
es hora de rezar:
debe cumplir la promesa.
Está tranquilo,
encontró los caracoles
de los que hablaba su madre
y que lo guiarán
indicándole el sendero correcto.
Al atardecer retoma el viaje
y son las estrellas de ese cielo diáfano
reflejándose en los ojos de otros caracoles
que lo acompañan durante la noche,
larga noche en el desierto.
Agotado, se deja caer
sobre esa alfombra amarilla,
ya falta menos-dice en voz baja
Gadamés aguarda a mi mamá.
Nuevamente el sol
recorre su cuerpo dándole
la energía necesaria
para no claudicar en la travesía.
Inhala y exhala ese aire tan puro
tan fresco del amanecer.
Tres días demora en arribar a destino,
su familia lo recibe
con agua, comida y una cama cálida,
pierde la noción de las horas
y se duerme aferrado a la urna.
La luna y las estrellas ya no se ven,
pasan las horas
los pájaros cantan,
ya llegó el momento
de despedirse de su madre.
Todos caminan en dirección al lugar elegido
Esparcen las cenizas en la tierra
que las recibe,
las acoge,
las protege
en su descanso eterno
mientras su alma se esfuma en el éter

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