V Edición Digital de Artes y Letras

“Corporal”

Autora: Ayito Alex

La U

La espesa luz azul cae sobre mi piel. Me rodea una niebla fría y gris. Muevo mis brazos, pero parecen lejanos. Intento mover mis pies, pero están adheridos al suelo. Una voz dulce y eléctrica atraviesa mis parpados. Sus palabras anidan en mi cabeza y en mi pecho, pero no logro comprenderlas. Son un ruido intenso que fluye en mis oídos como si fuera un arroyo alejado. Hay un torbellino de oscuridad que envuelve mis ojos. Mi cuerpo es absorbido por las palabras. No puedo manejarlas, no puedo detenerlas. Existen sobre mí, existen a medida que desaparece mi cuerpo.
El cuerpo de hoy, el cuerpo que se puede conseguir en estos días, es un envase vacío. No viene a medida. Es demasiado grande e incómodo o demasiado chico y ajustado. Es un cuerpo que desconoce el placer. Tiene el deseo atrofiado. Fue programado para ser espectador, para ser testigo del placer de otros. Es un cuerpo aferrado a la nostalgia. No puede atravesar ninguna emoción vital. Es un tejido electromagnético de imágenes y sensaciones prefabricadas. Para diferenciarlo de otros cuerpos, hay una amplia gama de indumentarias y accesorios. Deberá hacerlo con cuidado o se deteriorará muy rápido.
Hay un silencio doloroso. Un olor intenso cubre mi nariz. Es húmedo y resbaladizo. Tengo que pasarme los dedos por las fosas nasales para quitarlo. Cierro los ojos y aparece un lago verde. Está rodeado de árboles rojos y bajo un cielo azul. Las aguas se agitan temerosas. Hay animales que duermen en ellas. Puedo reconocer mi propio rostro entre los habitantes del agua. Nunca he visto mi rostro, pero sé que está allí. No soy más que un espectador. Me afirmo al resto de mí, a algo que creo es mi cuerpo, pero escapa de mis manos. El ruido, que se parece a las palabras, vuelve a atravesar mis oídos.
El cuerpo, este cuerpo, tiene la piel como si fuera el plástico brillante de un sachet. En alguna parte de las piernas, tiene escrito la lista de ingredientes, la información nutricional, la fecha de envasado, los sellos correspondientes del ministerio de salud.
Se escucha un crujido que se mueve detrás de la luz azul, detrás de la niebla gris. Es un sonido brillante y sintético. Mis dientes caen sobre mis labios. No puedo reconocer la piel de mis dedos, de mi pecho, de mis piernas. Apoyo unas manos, tal vez las mías, sobre un abdomen, tal vez el mío, y siento que se hunden en una masilla gris y grumosa. Un pitido agudo se mueve cerca del cielo, de aquello que se presenta como el cielo. Mi cuerpo es parásito de las palabras.
Este cuerpo, el cuerpo que se consigue en cualquiera de nuestros locales, es un cuerpo sin demasiadas pretensiones. No hay ningún rasgo que lo distinga.
De a poco, soy expulsado de mí. No hay un cuerpo, hay palabras. Un resplandor verde y rojo destruye la luz azul. Todo se vuelve blanco. Hay un mar y una montaña, un río y una sonrisa que flota en la nada. El ruido de un motor se revuelve cerca de ellos. Soy el aire que nada bajo las estrellas.

Comparte este artículo

0 0 votes
Article Rating
Subscribe
Notify of
0 Comments
Newest
Oldest Most Voted
Inline Feedbacks
View all comments
Carrito de compra
Scroll al inicio