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Completud

1° Edición Digital de Artes y Letras

“Arte que se comparte”

Imagen: Elsa Celia Farina

Texto: Marcelo Valle

Completud

La completud y la unión con todo nos recorre. Cuando se llega al extásis que esa unión genera, se hace evidente lo que nos es natural. Alcanzar ese lugar requiere atención, dedicación, enfoque y sobre todo el intento de la fe, o mejor dicho, la fe, entendida como intento. Verdades insospechadas llegan como sentencias, una de ellas, es la plena conciencia de la creación de la propia vida, de cada uno de los hechos del día a día. No hay manera de escapar, y por supuesto sería extraño querer escapar del lugar al que tantas veces se deseo llegar.

El amor, como expresión de perfecta unión, comienza a hacerse tangible, se desata desde las entrañas, crece y se desborda. A la manera de una antorcha, guía el camino que ya habíamos decidido recorrer, pero para hacer el trayecto mas productivo, elegimos olvidar. No se espera nada, porque no hay nada que esperar. Solo se disfruta y en el fondo de lo consciente, allí en el límite fantástico en el que lo denso se hace pura vibración, el destello del profundo deseo de unión con lo similar (que en realidad es todo) genera un vórtice que atrae, alineando los deseos de la materia con las expresiones de lo etéreo. Todo alrededor inicia un juego de piezas con encastre. Los encastres son perfectos, estar en el lugar correcto en el momento exacto, no es casualidad, es un encastre perfecto… La sincronicidad, demuestra que el tiempo no existe. Una hora luego, o cinco días después, el mensaje seguirá estando allí para ser leído en el momento preciso en el que el conocimiento que no necesita de palabras, alumbra los conceptos. “Ahh….!!” se vuelve una expresión corriente. Pero nunca común… Sorpresa y emoción. Cotidianamente se abren pasadizos, nuevos senderos, nuevos significados para las mismas palabras, nuevos detalles en las mismas imágenes, una nueva realidad se abre, muchas nuevas realidades se extienden y nos abarcan, nos envuelven, y nos elevan sobre lo que creíamos que eramos. Todo es posibilidad.

El cuerpo comienza a recordar sus funciones más sutiles. El despertar de esas funciones desconcierta. Intimida. El tiempo deja ser al Ser, y ya no necesita agujas, todo se transforma en ritmos, y la única posibilidad válida es vivir bajo la guía de estos. La verdadera forma de las cosas se muestra sin pudor. Cerrar los ojos no ayuda, esa información no se lee con pupilas. Se absorbe. A veces el caudal genera vértigo y esta construcción mortal, que convenimos llamar cuerpo, pierde capacidad de sostén y de alguna manera logramos, no sin temor, dejarlo ir, por algunos momentos, no estar, pero Ser. Nos transformamos en lo que de verdad somos y eso, eso no se puede explicar con palabras. No existe una definición para ello.

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